27 ago 2018

Hecho a medida


No habia caso: todo era repeticion y ya estaba harto. Los mismos problemas habian sido pensados una y mil veces, y hacia ya años que una creciente fatiga se iba apoderando de los dias y de las cosas. Habia que terminar con eso, con la farsa o con la vida (eran lo mismo), y colocar, una por una, las balas en la recamara de la Ballester Molina.
Habia un silencio de tarde, quebrada solo por algunos pajarosel arma gravitaba felizmente en su mano. Un rayo de sol entraba, oblicuo, por la ventana de la sala. Todo era tan blanco, tan laxo, tan tornasolado. Una mañana de domingo, una mas, una mañana como cualquier otra, el tiempo que pasaba, el planeta que giraba, los pajaritos que cantaban...
Los vecinos de la planta baja oyeron el tiro. Si hubieran estado mas atentos habrian oido tambien el ruido del arma resbalando de la mano ya inertey dando contra el suelo de baldosas. Antes de disparar no penso en nadie. Hubo tal vez algun recuerdo, el patio de la casa paterna en verano, la luna y las palanganas llenas de agua, una damajuana...Y luego oscuridad, oscuridad y oscuridad.

Desperto algun tiempo, dias o años, mas tarde, en una sala de hospital, con las sensacion de una maquina que volvia a encenderse luego de varias decadas. Dentro suyo,cosas como el tiempo y la memoria se sacudian el polvo. Todos, caras y medicos, hablaban de un milagro o de un caso unico, expresiones sin sentido alguno. Con algo de verguenza, pregunto timidamente por el milagro, pero al parecer nadie podia o queria aclararselo. Le tomo varios dias decir palabra, recordar quien era, cuales eran los nombres de esas caras que venian a verlo. Finalmente supo quien era y quienes eran los otros, los demas. Recordo autores y paises, calles y rostros de hombres y mujeres. A medida que la recuperacion avanzaba, el mundo volvio a llenarse de fechas y nombres. Justo antes de salir del hospital recordo el brillo del revolver y el canto de los pajaritos un dia de domingo.

Tuvo charlas y  mas charlas con psicologos. Recomendaban leer menos, unas vacaciones, un cambio de aires. Viajo, conocio rutas y dialectos. Un buen dia se establecio en un lugar fijo, y nuevamente hubo ventanas y vecinos y tambien dias y repeticiones de dias, espacios con sillas, gavetas, llaves, nombres y apellidos en demasia, pero ahora todo esto era normal y placentero y hasta estaba bien.

Desde ese dia (¿pero cual dia, el del hospital, o otro, muchisimo antes? ¿cual dia? ) habia algo que lo molestaba, que lo incomodaba en los tiempos muertos: Asensores, momentos de imnsomnio. Nunca pudo precisar que era, pero se asemejaba a tener una piedrita en el zapato, pero en un zapato que no estaba en sus pies, sino en algun otro lado indefinible. Entonces era mas facil pensar en otra cosa, en Boca Campeon o en la actriz de turno, fumar marihuana o una cerveza bien fria, estirar las piernas y a otra cosa. Cuando su primer hijo tuvo su primer hijo, penso que era tiempo de volver a viajar. El destino elegido fue una ciudad del norte. Tal vez fuese por el aire, pero comenzo a sentirse cansado con el correr de los dias. No pocas veces penso en regresar a casa. Descubrio que se sentia amenazado. Todo se le antojaba irreal, como si estuviese en un estado de borrachera continua o de insomnio prolongado. Sentia que algo iba a ocurrirle de un momento a otro, creia que lo seguian. No dijo nada de estos temores.

Cierto dia, cansado de los hoteles y los bares, caminaba solo por las callejuelas que bordean los muros que rodeaban a la Iglesia de San Francisco de Asis. Sentia que lo buscaban, o que el buscaba a alguien. Caminaba como sonambulo. De repente sintio que lo tomaban del brazo. Era otro caminante como el, aparentemente normal. No pudo o no quiso resistirse a que lo llevara. ¿adonde iban? Seguian caminando. Se sentaron en un banco de plaza, enfrente de la Iglesia.

- ¿que te parece esta vida? - le susurro al oido el caminante
- no me quejo - respondio.
- Todo esto ya lo viviste – le susurro de vuelta su acompañante.
- Usted esta loco – Respondio, e hizo un intento por levantarse del banco. Pero no podia. Estaba clavado al banco, como si fuesen un solo cuerpo. Quizo mirar alrededor para pedir ayuda, pero no podia. Todo giraba. Sinto un vertigo extraño, como si fuese a desmayarse.
- Por supuesto que lo viviste. Van ya cientos de miles de veces- dijo su acompañante. Sintio un peso extraño y se miro la mano. Se horrorizo al ver el revolver. Lo solto, quiso soltarlo. No podia. El revolver era como su mano. Tuvo un aluvion de recuerdos, como si su memoria hubiese sido una cañeria tapada. Quizo gritar que no, que no podia ser, que eso era un sueño, una pesadilla.

- Esto es un sueño – alcanzo a murmurar. Vio que el demonio que lo acompañaba sonreia cinicamente.

Comprendio que no habia habido milagro, que la bala en realidad lo habia matado. Volvio a escuchar el canto de los pajaros de domingo.

- Existen infinitos infiernos para cada uno de los seres que viven por unica vez sobre la tierra - Dijo aquel diablo – cada cual hecho a la medida de su inquilino. Para usted el infierno es continuar viviendo. – El demonio le solto el brazo y se puso de pie. Apenas se vio libre noto que podia moverse, que percibia el mundo normalmente.
Tendremos esta charla infinitas veces – dijo el diablo, y se perdio entre la gente. 

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