8 mar 2019

carta 3

Amigo Portero, gracias por su respuesta. ¿puedo llamarlo asi, amigo? Supongo que si sostenemos una correspondencia es porque ya tenemos ese tipo de relacion. Claro que para usted, un ser que supongo centenario, las relaciones tienen una valor completamente distinto que para mi, que soy treintañero a gatas.
Respondiendo a su ultima invitacion, por supuesto que me gustaria juntarme a tomar unos mates. Claro que, en estos momentos, la reunion se dificulta un poco. Me he mudado nuevamente. ¿sigue usted en Buenos Aires? me imagino que cuando uno vive tanto tiempo ya no tiene sentido cambiar de sitio, sobre todo si conoce tan bien la ciudad.
Por mi parte, yo he salido de la urbe. Usted bien adivinaba cuando decia que yo trabajo en el micro centro porteño. Bueno, trabajaba. Tiempo felizmente pasado.

Me habia olvidado de Proserpina. Ella, como Victor Sueiro, tenia la costumbre de ir y volver periodicamente al infierno. Victor Sueiro, no se si lo recuerda, termino por irse al infierno definitivamente, tal vez por eso de que quien mal anda, mal acaba. Dicen que Proserpina, tambien llamada Persefone, tenia un novio alla. En el infierno, quiero decir. Al parecer al novio no lo querian mucho en la casa de ella, por lo cual la picara se escapaba siempre que tenia la oportunidad. No me sorprenderia que usted la conozca, al menos de vista.

Pero volviendo a mis cosas, le cuento que he conseguido escapar bastante a la vigilancia a la que me tenian sometido. Apenas sali de Buenos Aires, la vigilancia bajo considerablemente. Mucho me temo (aunque en realidad me alegro) que el infierno, como tantas otras instituciones burocraticas, esta centralizado en la capital. Se ve que no tienen personal en las provincias. O al menos no en la Patagonia, que es donde actualmente estoy. Otra teoria, que le confieso me gusta mas, es que aqui en el sur rige una mitologia completamente diferente a la Cristiana. Una mitologia mas clasica y pagana, no se si me entiende. Aqui hay mucho culto a los arboles, y es mas factible ver cosas como hadas y duendes a ver demonios o sucubos. Quizas mucho de la vigilancia que percibia en la ciudad era solamente paranoia. Todo el que viva un buen tiempo en alguna metropoli tiene, por fuerza, que sentirse mas o menos vigilado. Sobre todo ultimamente, cuando hay tanta policia que uno se siente casi en una inmensa penitenciaria.
Me llama poderosamente la atencion lo que me cuenta del cielo. Tambien me desilusiona un poco. Yo creo que la suerte es algo que se arrastra mas alla de la tumba. Aqui naci en un barrio bajo y tengo la seguridad de que, cuando me toque ir al otro lado, no ire a parar precisamente a un buen barrio. De todas formas, como le dije en la primera carta, nunca albergue muchas ilusiones de ir al cielo. Como ultimo recurso, siempre puede uno convertirse en Nimrod y tomar el cielo por asalto, como quien dice en una entradera bancaria.

De todas formas, y aunque aqui me sienta bastante seguro, seguire su consejo acerca de mantener el perfil bajo. Respecto a la regla, lo mejor es que no hablemos mas de ella, al menos por el momento. No sea cosa que de tanto revolver el guiso terminemos por arruinarlo. Por cierto, he revisado los pliegues de las cartas anteriores y no note mayores modificaciones, por lo cual no hay razones para creer que ellos estan censurando este carteo. Es sin dudas como usted dijo: somos peces demasiado chicos para una vigilancia extrema.

Antes de despedirme, quiero contarle algo. Tal vez sea lo mas importante de toda la carta, y por eso lo he dejado para el final: He capturado un demonio. ¿le interesa? Succede que son bastante mas debiles de lo que comunmente se cree. O quizas sea que estan en territorio hostil, lejos del poder diabolico que los sustenta. Observandolo comprendo que se trata de un demonio menor, de un ayudante apenas. Debe ser la primera vez que sigue a alguien. Esto pasa por mandar a un cadete con poca experiencia. Actualmente lo tengo atrapado en un frasco de mermelada tamaño mediano. Confeccione un sello con una estampita del Papa Francisco. No se si es efectivo o no, pero el efecto comico es innegable.
Una vez que se vio atrapado, el demonio intento algunos metodos de escape. Primero intento convencerme ofreciendo tratos suntuosos y muy convenientes para mi. Pero yo he caminado muchas veces por las grandes avenidas porteñas, y he escuchado innumerables cantaletas de fanaticos religiosos, vendedores de tarjetas de credito, esbirros de prostibulo y tarjeteros de la mas diversa calaña y, en fin, que se cuando me estan metiendo el perro.
Cuando vio que no iba a picar con eso, procedio a hacer ruidos molestos para que lo liberara. Primero empezo a llorar como un recien nacido. Usted hubiera visto que buena imitacion hacia de ese berrinche insoportable. Luego cambio la tonada y empezo a sonar como la alarma de un celular. Le admito que era bastante molesto. Cuando comenzo a sonar como musica electronica de bajo presupuesto se me hizo insoportable. La solucion me vino magicamente a la mente. Cabe un pozo y lo enterre. Es sabido que soterrar un cuerpo ahoga cualquier tipo de sonidos. Lo deje enterrado dos o tres dias, a ver que pasaba. Cuando lo desenterre, dejo de hacer ruidos. Lo que hace ahora es cambiar de forma cada diez o veinte minutos. No entiendo por que lo hace. Quizas busca una forma que me conmueva, o alguna que pueda romper el frasco de vidrio. Hace un rato era un cangrejo hermitaño, y ahora es una mantis religiosa. Me imagino que cuando se canse se ira a dormir un rato.

Volvere a escribirle cuando ande por Buenos Aires. Actualmente, le confieso, no tengo demasiadas ganas.

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