11 dic 2019

Fuego (5)

Vereda, noche, quizas madrugada. Martin camina solo por lo que se representa como un largo pasillo entre las sombras. Camina y camina, con la cabeza gacha, las manos en los bolsillos, la mirada perdida entre las baldozas. Llega a una esquina y dobla o no dobla. Si dobla, cruza la calle o no cruza. Si cruza, cruza sin mirar. Si no cruza, significa que acaba de dar la vuelta a la manzana. Si da la vuelta a la manzana, recuerda la direccion de la que viene para no andar en circulos. Necesita tener la sensacion de estarse moviendo o, mas bien, desea la sensacion de que hay algo en su vida que se mueve.
Levanta la cabeza y se topa con un tipo o - y esto tiene mas sentido - se topa con un tipo y levanta la cabeza.  Intuye una pregunta, se detiene.
- ¿tenes fuego? - dice el hombre.
- No fumo - contesta Martin.
- No te pregunte eso - le retruca el hombre.
- No, no tengo - concluye Martin.
Ambos siguen su camino. Martin da algunos pasos y recien entonces comprende la pregunta. Se da vuelta para encarar al tipo pero o ya es demasiado tarde o nunca fue demasiado tarde, porque resulta que el tipo ha desaparecido, se ha esfumado como si nunca hubiera estado alli. No hay hombre, quizas nunca lo hubo.
Martin vuelve a caminar.
Fuego.
Y siente que cada casa que pasa puede ser la suya. Pero no lo es.
Y entonces camina como perdido, sintiendo a cada momento que esta a punto de llegar, que casi llega a su casa. Al principio lo toma como un juego, como una sensacion peculiar quizas producto del cansancio o de lo que toma o lo que fuma; Da igual. Luego se deja llevar, se entrega primero parcialmente y luego con totalidad a ese ejercicio ludico, a esa locura temporal. Luego, poco a poco, comienza a sentir una vaga desesperacion. Esta pegado, no puede sacudirse la sensacion.
Entonces sigue caminando, ahora realmente perdido, ahora realmente confundido, ahora realmente desesperado. intentando encontrar su casa. Pero su casa no aparece. Lo aterra la idea de que quizas su casa no aparezca nunca, que ha desaparecido para siempre. Comprende que jamas volvera a su casa.
El infierno lo ha ganado por completo.
¿Fuego? Eso habia preguntado el hombre. ¿y que le habia respondido el? Le habia dicho que no. Se le ocurrio entonces, si es que no lo sabia desde siempre, que ademas del fuego del infierno existe otro fuego: El propio.
Entonces, ¿lo llevaba? Mientras meaba en la esquina de Jonte y Rivadavia tuvo que aceptar que no, que no tenia aquel fuego, y comprendio que buscar la casa era buscar el fuego. Ahora, al menos sabia lo que buscaba. Tiro las llaves, que ya sentia como un peso muerto, en el primer tacho de basura que se cruzo.



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