11 dic 2019

Tabla de equivalencias (4)

Martin y Coneja son los alpinistas de la existencia. Algo, no se entiende bien que, los ata a la montaña. Cuando ese algo deje de estar, sin duda caeran al vacio. De un vacio a otro vacio. Martin, Coneja, Bar de por medio. Mesa de madera sucia, un calor insoportable. Martin tiene una cerveza, Coneja una coca cola aunque, obviamente, ninguno de los dos tiene nada porque ambos vasos estan vacios; Y Martin piensa que son un poco indigentes, como aquel otro indigente del vasito de plastico, y que a lo sumo la diferencia radica en el material del vaso, y en que el vidrio no solo es mas fragil sino que ellos tienen que pagar por eso, por ese vaso, y ni siquiera por poseerlo sino tan solo por usarlo, es decir por vaciarlo, y que apenas terminen de tomar la coca y la cerveza ( ya terminaron ) vendra un mozo implacable y se llevara los vasos de vuelta a la cocina.
Viene el mozo y se lleva los vasos.
Martin, Coneja, la mesa vacia y un vacio entre ellos. Ella no dice nada. Detesta el calor. Decidida a protestar contra la creacion entera, entabla contra esos 37 grados una muy digna huelga de hambre. El fastidio que le adorna la cara la hace mas hermosa. No lo sabe y, si lo supiera, no lo creeria. O bien lo creeria pero lo rechazaria, lo cual incrementaria a un tiempo su fastidio y su belleza. El efecto, se entiende, es el de una espiral ascendente.
Llegan nuevos vasos llenos, lo cual por supuesto aumenta el precio de la cuenta, pero a Martin no le importa. A veces se le da por calcular, ¿cuantos minutos en el infierno le cuesta un pasaje en colectivo? ¿cuantos mails tiene que enviar para pagar esa cerveza que esta pidiendo? No entiende como todavia ningun sabio confecciono el equivalente de las tablas de oficios medievales, estableciendo el costo que cada mercancia o servicio tiene en tiempo de trabajo humano.
Martin la mira a Coneja y comprende que no todo se podria descomponer en tablas semejantes. La cerveza y el pasaje en colectivo, si. El Alquiler, por supuesto. Un par de zapatos, un kilo de coliflor, un pasaje de Micro a Mar del Plata. Si si, claro que si. Pero ¿cual es el valor de las trenzas que Coneja se hace inflando los cachetes? ¿cuanto cuesta verse en esos ojos que rebozan desprecio? ¿cual seria el precio de su sonrisa o de su indiferencia? ¿como tasar, como medir el placer estetico que nos da estar en tal o cual compania? Martin piensa todo esto mientras el vaso se va vaciando, trago tras trago. El tampoco habla.
Coneja y Martin miran por la ventana como si esperaran algo. ¿Pero que?

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