11 dic 2019

Wald Hutten (2)

Acostado en su cama. Los ojos cerrados. Ladridos de perros. Nausea. Verde. Rojo.
¿Como se puede sentir nauseas apenas uno abre los ojos? Incredulo, esto es lo primero que piensa Martin cuando se despierta. Asco. Asco de algo. Martin intuye que del dia, que de tener que levantarse. Del mundo. Dolor de cabeza apenas madrugado. Asco a la luz y al mundo de las palabras. Si, sobre todo de las palabras. Suena la alarma, otro dia que comienza.
"Wald Hutten, la libreria, alguien espera en el dia que comienza". Esa frase le viene a Martin desde algun lado, como por control remoto. Es y no es el quien la piensa. Porque no piensa, sueña. Dormita, ha vuelto a quedarse dormido. Sueña.
Va y viene desde el umbral, varias veces. Muchas veces nada, solo oscuridad o el plano naranja-rojizo del sol entre los parpados cerrados. La vaga molestia de saberse en infraccion: deberia estar cambiandose para ir a trabajar. La camisa y la corbata esperan.
Escapar. Escapar de la nausea, de la corbata, del dia. Huir cada vez mas lejos, hundirse. Una nuez dentro de una tortuga dentro de una almendra dentro de una caja fuerte. Hundirse mas y mas profundo en un abismo insondable, cada vez mas lejos de la superficie. Completamente fuera del alcance de las palabras y de los rayos solares. Cada vez mas y mas lejos, mas dentro de si mismo. El sueño es el ultimo refugio de los despiertos.
Manotazo de ahogado, manotazo a la alarma. Negacion de la existencia, del tiempo. ¡Zarpar, zarpar a tierras lejanas!
El primer sueño fue una chica. Estaba embarazada del hombre incorrecto, o tal vez casada con un tipo que no era el padre de su hijo. El segundo sueño fue Martin. Estaba en una isla de grecia. . Se reencontraba con amigos.Y luego "alguien espera, en Wald Hutten, en el dia que comienza"
Insiste implacable inportuna alarma impositiva. Martin termina de despertarse. Esta vez el despertar es total, han caido los puentes. Se sienta en la cama y siente como se aleja un tren invisible. Siente olvidar algo muy valioso: la ruta que lo lleva a los grandiosos tesoros de si mismo. La ruta es reemplazada con el horror de tener que irse a trabajar. Fugaz alienacion de la existencia diaria. Comienza otro dia.
Ya olvidado de todo, parpadea. Pone Play. Se restriega los ojos Salta de la cama. Adentro y arriba todo, en este orden: medias (negras), pantalon de vestir (gris), camisa (celeste) y zapatos (negros). Sube el cierre de su pantalon, ajusta zapatos. Luego los botones de la camisa, de abajo hacia arriba: uno, dos, tres, cuatro, el quinto, a punto de salirse. Cinco, seis. ¡Fantastico, Martin, verdaderamente fantastico! Pero faltan todavia los botones de los puños: primero uno, luego el otro. Listo. Asombroso. Menos de dos minutos. Martin es un maestro en el arte de vestirse sin ganas.
Sale de la pieza. Se peina (es un decir). Se lava la cara pero no los dientes. Pasillo, living, comedor. Abre la laptop. 8 nuevos mails infectaron la casilla durante la noche. Los borra a todos sin leerlos. Quiere un Te pero no hay tiempo. Martin - habia dicho el supervisor - la llegada tarde es suspension. Suspension. Suspension del te, del Tao, del sueño. Suspenderlo todo o suspension. Por lo que no hay te ni tao sino tic tac. Martin abre la puerta y sale a la calle sintiendo una vez mas haber desaprovechado algo importante. Camina dos cuadras y espera el 106.

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