10 dic 2019

como jugando al sapo (1)

En el año 2017 de nuestro señor, y mientras un implacable sol anaranjado aplasta los muros rojizos de la torre de los Ingleses, Martin espera el 106. Son las seis de la tarde.
El odioso colectivo se demoraba y la gente que llegaba iba formando una fila que ya se tomaba dimensiones monstruosas. Al verlos apilarse como granos de arena o, mas bien, como mercaderia en la gondola de un supermercado, Martin piensa todos ellos se parecen mucho; Como las plantas o como los automoviles. Se parecen mucho. Ellos o algo en ellos - la vieja esencia aristotelica - los iguala. Y ese "ellos" tambien incluye, por supuesto, al propio Martin, que lo sabe y por eso los mira con las manos en los bolsillos y un aire de fastidio pero tambien de alegria.
La escena es un decorado, piensa. La vida, una obra de teatro. Yo mismo, mera utileria.
Como obedeciendo la señal de un director invisible, un harapiento se acerca. Su cara es la cara de todos. La cara de la humanidad entera es la cara del hambre. Tiene en la mano un vasito de plastico. Pide una o dos monedas. Los ojos de Martin se encuentran con los del tipo aquel. Va del vasito a los ojos y de los ojos al vasito que se agita mudo en su vacuidad. Martin siente la humedad de la camisa pegada a la piel. Siente la billetera en su bolsillo derecho como una acusacion.
La mano va a la billetera. Martin tiene exactamente dos monedas. Ni mas mi menos. Dos monedas de un peso. Las arroja al vasito. Primero una, luego la otra. Como jugando al sapo. Una, dos. ¡ahi van! Martin las ve volar de su mano, describir un arco en el aire. Mariposas hacia la llama. Espera escuchar el tintineo del metal contra el plastico.
Mariposas a la llama.
Moneditas a la nada.
Y Martin recuerda a su abuela diciendole "no le des de comer a las palomas"
Y siente algo negro en el estomago.
Sucias palomas. Ratas con alas. Ratas sin moneditas, Ratas con vasitos vacios. Con pelo y con manos, con ojos tan vacios como los vasitos.
No les des, decia su abuela. Nunca les des de comer. No sea cosa que se alimenten, no sea cosa que se acostumbren, no sea cosa de que crezcan demasiado.
Clap clap. Dos sonidos sordos, amortiguados. No hay tintineo.
Un señor de la fila tiene un traje azul a rayas. Ve volar las mariposas y no oculta su disgusto. Mira a Martin en franca desaprobacion. Su abuela tambien se lo debe haber dicho. Mira a Martin. Le aconseja.
- Haces mal el darle - dice el señor. Luego explica algo referente al trabajo y a los complejos mecanismos psicologicos de la motivacion y el incentivo. Martin solo piensa "ratas con traje" y responde cosas como "mire usted" y "le parece".
Si Dios existiera y viera la escena, transportaria al sujeto de traje azul a una isla desierta.
El 106 llego justo a tiempo para salvarlo.

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