30 dic 2019

Mas tarde, esa misma noche (7)

Camino, camino y camino. Las calles que cortaban Libertador se extendian una tras otras. En algun momento llego a Figueroa Alcorta, a Pueyrredon, a Avenida Santa Fe. Un zumbido ensordecedor le llenaba los oidos. Sentia que, por primera vez en su vida, habia atrapado la soga.
Durante toda su vida habia sentido que buscaba a ciegas dentro del oscuro mar que era. Siempre a tientas, siempre manoteando. Varias veces, entre zambullidas y revolcadas, aquella soga lo habia rozado, lo habia tocado leve y fugazmente, lo suficiente para sentir el roce pero nunca tanto como para que le siguiera el rastro. Siempre que le pasaba sentia aquel miedo, un miedo como de tener arañas caminandole sonbre la cara o gusanos reptandole debajo de la piel. La araña le caminaba por adentro, le recorria las tripas, se arrastraba por sus huesos, paseaba por las ranuras de su cerebro. Llegaba hasta ese pozo vacio en donde - Martin se figuraba - estaba su espiritu, y quitaba un tapon desde el cual, ahora si, emergia la soga.
La Soga, El Fuego, Palomas.
Martin levanto la cabeza y sintio que despertaba de un largo sueño. Volvia a encontrarse, para su sorpresa, frente a la torre de los ingleses. El sol se asomaba timidamente desde atras de unos arboles. Eran las seis de la mañana.
Se froto los ojos y parpadeo. Le ardian. Mientras se los restregaba volvio a mirar la torre y entonces, por un instante apenas, le parecio ver un faro. No era que la torre se hubiera vuelto un faro sino que, obedeciendo un extraño efecto de imagenes superpuestas, el ectoplasma de un faro muy parecido a la torre aparecia junto a esta como si se tratase de una fotografia mal revelada. Del faro emanaba una luz natural que se dirigia al rio de la Plata. El reflector era bifocal, y el otro haz de luz apuntaba directamente a el camino de gravilla que serpenteaba por entre la plaza. Martin siguio el camino con los ojos hasta localizar su desembocadura en una de los tantos portones que tenia la reja que bordeaba la plaza.
Comenzo a caminar hacia la entrada, sintiendose guiado por una voluntad superior que, tal vez, no fuera otra que la suya propia.

No hay comentarios.: