16 sept 2019

Housekeeping

Tirado en el sillon me doy cuenta, con fastidio, de que es domingo, que son las ocho y que tengo que sacar la basura.  Mi primer impulso es no sacarla. Es decir, dejar las bolsas y sacarlas mañana. Ese es mi primer impulso, pero al instante descubro que no es posible. En primer lugar, porque los basureros pasan solo miercoles y Domingo. En segundo lugar, porque vengo acumulando bolsas desde el miercoles pasado y mi departamento esta comenzando a apestar de una manera insoportable.
El olor, que no me importaria en circunstancias normales, se convierte en un problema cuando recuerdo mañana ire al cine con Romina y que luego, seguramente, quiera venir a mi departamento para acostarse conmigo.
Gruño y voy a la cocina. Sacar la basura es siempre un asco. Una a una voy juntando las bolsas y las meto en una enorma bolsa de residuo de color verde oscuro. Siento la textura enfermizamente blanda de la porqueria que nada dentro de la bolsa. El olor asqueroso a materia en descomposicion contrasta fuertemente con la imagen de romina desnuda en mi cama, imagen gracias a la cual tengo que soportar el olor.
Atravieso el living lo mas rapido posible (no quiero que el olor de las bolsas apeste el cuarto) y con la mano libre saco la llave del ganchito del cual cuelga al costado de la puerta. Logro abrir sin problemas y cuando salgo cierro la puerta con el pie; Voy hacia el asensor sin precuparme por darle llave a la puerta. Vivo en un septimo piso y se que las chances de robo son casi nulas.
Entro al asensor y marco planta baja. El asensor se detiene en el sexto (nadie sube) y en el quinto (nadie sube). Molesto, le doy una patada a la puerta del asensor cuando cierra. Vuelve a parar en el tercero; Esta vez sube alguien. Me sorprende comprobar que la que sube es una chica joven y muy linda. El asensor, que decididamente anda como el orto, va parando en todos los pisos. La puerta se abre y se cierra en el tercero y en el segundo. Al llegar al primero, tambien se abre y se cierra. La diferencia es que ahora el asensor no reanuda su marcha.
Incomoda, la chica presiona el boton de planta baja dos o tres veces. Yo aprovecho para estudiar a mi compañera. Es rubia y con rulos. Tiene unos ojos verdes un poco demasiado separados entre si, lo cual en vez de afearla la hace todavia mas linda. La boca, que seria irresistible si sonriera, se mantiene seria. Llevaba un vestido marinero largo a rayas azules y blancas. Le mire las manos y vi que ella tambien bajaba a sacar la basura. De alguna manera me hizo gracia, viendo el tamaño de la bolsa que sacaba, que no solo yo fuese tan descuidado con la limpieza.

- Como somos los Argentinos eh, siempre todo para ultima hora - le dije. La chica me miro sin comprender. Le hice un gesto con la cabeza, indicando la enorme bolsa de residuos que llevaba apretada entre la pierna y la pared del asensor. La chica miro mi bolsa y ahi cayo.

- Es asi - me dijo sonriendo. La sonrisa le sentaba a la cara como el sol a una pradera. No sabia que vivia una chica asi linda en el edificio. Me dije a mi mismo que tengo que ser mas observador y, un poco en broma y otro poco en serio, pense que a futuro podria tambien invitarla al cine o directamente a mi departamento. De repente la luz del asensor se apaga. La chica pega un grito involuntario.

- La puta madre que lo remil pario - dice la chica. Me acerco a la botonera del asensor y le digo que me deje ver que pasa.
- Pasa que se trabo el asensor - dice ella.
- Ya se. Pasa seguido - le digo. Era cierto. El asensor solia trabarse todo el tiempo, de buenas a primeras. La chica, que ahora comprendo debe haberse mudado hace poco, tal vez esa misma tarde, comprende que yo quizas tenga alguna solucion y se aparta para dejarme hacer. Reviso un segundo la botonera y encuentro lo que busco: el timbre a la empresa de asensores. Los asensores tienen un boton que comunica directamente con el monitoreo de la empresa. Hay una buena posibilidad de que esten de guardia. Toco el boton y espero.

- Servicio tecnico - dice el parlantito. Es una voz indiferente. Tipica de las guardias nocturnas.
- Se quedo el asensor - le digo. La voz me pregunta en que piso y cuantos somos. Luego me pregunta la direccion del edificio y por ultimo, me solicita un codigo que suele estar en una pequeña placa en la pared opuesta a la botonera. Me dirijo a la chica y le pido que me dicte el numero. La chica deja con cuidado la bolsa en el piso y, luego de improvisarse una vela con un encendedor, me dicta los digitos del numero, que yo le repito al impavido agente de soporte tecnico de asensores.

- Es una falla electrica del relevador - me dice la voz - lo vamos a solucionar ahora mismo, esperen.
- Ya lo estan arreglando - le digo a la chica. Ella me responde que ya escucho. La miro. Noto que esta cruzada de brazos y apoyada contra la pared que tengo enfrente. Los rulos le ocultan el rostro. Asi, me da la impresion de un animal agazapado. Completamente a la defensiva. Tengo el perfido deseo de acercarme lentamente, sin decir palabra. Por supuesto, no lo hago. En vez de esto y para darle seguridad, me siento en el piso.
Pasamos asi el rato hasta que, no entiendo por que, comienzo a sentirme nervioso. De repente, y sin que medie un pensamiento consciente, doy un respingo. Por un momento crei ver algo moverse dentro del asensor. Algo como una mosca o un pequeño animal. La chica sigue inmovil, parada contra la pared. Debe haber sido mi imaginacion. De todos modos, me molesta que la rubia no me dirija la palabra. Estoy pensando en que las lindas son siempre creidas cuando escucho, incredulo, el llanto de un bebe.
- La unica que nos faltaba - digo con fastidio. El llanto parecia llegar de uno de los pisos superiores. Era, como todos los llantos, increiblemente molesto. Mas que un llanto, era una rabieta. Ese crio lloraba con rabia. Cada vez mas alto. Lo escuche algunos minutos con creciente descontento hasta que no pude mas.

- ¡callen a ese chico de una vez, carajo! - grite al tiempo que me paraba. Sabia que, estando como estaba encerrado en un asensor, era muy poco probable que me escucharan desde el departamento desde donde venia el llanto. Entonces me di cuenta de que entonces yo tampoco deberia poder escuchar el llanto. El descubrimiento vino acompañado por un escalofrio. Mire a la chica y note que se habia acuclillado. Tenia las manos tapandose los oidos. Ahora el llanto se escuchaba mas fuerte, como si estuviese localizado directamente arriba del techo del asensor. Los berridos de la criatura se habian agudizado, llegando a un paroxismo insoportable.

- ¡cerra el orto la puta que te pario! - grite con todas mis fuerzas.
- ¡Callate! - me chisto la chica.
- ¿que decis? - le pregunte en un tono de voz lo suficientemente alto como para intimidarla. El llanto seguia y seguia, cada vez mas alto.
- No le hables, no lo escuches - me dijo la chica. Me di cuenta de que estaba completamenta aterrada. Yo tambien tenia dentro mio un terror creciente: el terror de estar encerrado en un asensor con algo inexplicable, con algo que lloraba y que (para que negarlo) lloraba ya adentro del asensor. Sin pensarlo, pegue un salto hacia la botonera y les grite a los tecnicos que arreglaran ese asensor de mierda de una buena vez. Apenas les habia terminado de gritar esto cuando las luces del asensor se encendieron y el mismo comenzo a funcionar. Comenzamos a bajar y en medio minuto llegabamos a la planta baja.
- Disculpen las molestias - llegue a escuchar que dijo la voz desde el parlantito justo cuando se abria la puerta. Deje bajar primera a la chica, que arrastraba su bolsa, y despues baje yo. Mientras caminaba lentamente por el palier vi que el portero, sentado en la recepcion, le miraba descaradamente el culo a la rubia mientras esta salia. Luego me lanzo una mirada complice que acepte con gusto. Buscando tema de conversacion, vi que tenia una radio por la que escuchaba San Lorenzo - Huracan.
- ¿Como va el partido, Enzo? - le pregunte.
- Horrible. Menos mal que jugamos los sabados, porque los domingos hay futbol - bromeo el portero, haciendo una conocida referencia al mal juego del ciclon. Yo iba a retrucarle algo en el mismo tono cuando me di cuenta de lo obvio: era Sabado. No se podia sacar la basura. El portero descubrio las bolsas que llevaba y me miro con expresion burlona.
- ¿otra vez perdiendo la nocion del tiempo? - bromeo. En efecto, no era la primera vez que confundia los dias y bajaba como un boludo con las bolsas. - Sabes que no podes dejarlas aca. - agrego, como anticipandome a mi idea de dejar las bolsas en la vereda.
-Ya se, ya se, soy un boludo - le dije. Vi entonces que la rubia entraba de vuelta al edificio, ya sin las bolsas.
- Señorita, ya le dije que la basura solo domingos y miercoles - dijo el portero, dirigiendose a la chica. Esta parecio no escucharlo (mas bien hizo de cuenta que no lo habia escuchado) y siguio caminando. Al pasar a mi lado me parecio descubrir que me habia sonreido. Una sonrisa rapida y velada, como de complicidad. Estuve a punto de sonreirle pero me congele donde estaba. Algo en su sonrisa me habia sugerido una idea enloquecedora. La idea o, mas bien, la cadena de ideas, se habia abierto paso en mi cerebro como un tren de palabras sueltas: llanto-basura-sabado-error-pero-que-tal-si-no... y luego, como emergiendo de un negro tunel en el cual la anterior asociacion se sumergia, emergia la siguiente pregunta: ¿QUE LLEVABA ELLA EN SU BOLSA?

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