20 sept 2019

Venganza

Iba caminando por el pasillo cuando se me ocurrio mirar por la ventana. Ahi fue que los vi. Caminaban por el patio, justo atras de las canchas de futbol. Iban tomados de la mano. Aunque ya estaba al tanto de lo que pasaba (Luciana me habia dejado ya hacia una semana) verlo fue una cuestion completamente diferente. Inmediatamente senti el cuerpo invadido por una serie de sensaciones y recuerdos: Su pelo lacio, como de princesa china, sus ojos ligeramente alargados, su risa facil, sus senos pequeños y firmes insinuandose debajo del uniforme; Las tardes interminables en las que, no hace mucho, todavia caminabamos por el patio o por los bosques de Palermo. Los viajes que habiamos planeado juntos, el sueño de, una vez graduados, ir a la misma universidad. Y luego todo eso, de vuelta, pero transformado, deformado por el ridiculo, puesto a la luz cruda pero innegable de la realidad. Y luego de vuelta, como lo que era: un sueño ridiculo. Y de vuelta: Una estupidez. Y de vuelta: una pesadilla. La oleada de bienestar que me habia invadido al principio fue inmediatamente sustituida por una de dolor, que inmediatamente dio paso a una de rabia, seguida por una de incredulidad. Mientras miraba desde la ventana como Luciana se alejaba las olas se succedian una tras otra a toda velocidad; Y cada una me atravesaba como una corriente electrica, o como un calambre, o como una aguja infectada tremendamente larga, y luego desaparecia.
Los segui con la vista hasta que desaparecieron tras las instalaciones deportivas. Aunque ya sabia lo que seguia (las instalaciones estaban siempre desiertas a esa hora y nosotros habiamos ido muchas veces a refugiarnos y buscar un poco de intimidad) me quede todavia un rato mas frente a la ventana. Como si mirando fijamente aquel edificio color verde agua pudiera recuperar lo que ya habia perdido. Pero, ¿acaso no podia en absoluto? ¿no habia ninguna forma de volver con Luciana? Aprete los puños y presione mi frente contra la ventana, buscando la respuesta. La verdad es que no lo sabia. Me habia dejado hacia casi una semana. Habia sido repentino, muy repentino. Al menos para mi. No habiamos tenido ninguna pelea, ningun confrontacion y, nuevamente segun desde mi perspectiva, la relacion tampoco se habia enfriado. Sencillamente me habia botado. Las explicaciones habian sido pocas, simples y demoledoras: Estaba enamorada de Daniel. Daniel. Un nombre horrible, un nombre espantoso, sin dudas el nombre mas grotesco y desagradable jamas creado por el hombre. Una porqueria hebrea y vomitivamente mojigata que significa "Dios es mi Juez". ¿Daniel que? le habia preguntado yo. O quizas fue ¿que Daniel? ¿Daniel nuestro compañero de clases? Si, ese Daniel. Pero era imposible. ¿o no? ¿no lo era? Al parecer, no. No era imposible, no era una broma y lamentaba (¡ella, ella se lamentaba, ja!) que me lo tomara asi. Pero asi era. Me habia dejado, se habia llevado sus cosas de mi pieza (nuestra secundaria es tambien un internado, uno de los pocos internados mixtos) y se habia vuelto a reacomodar en la suya propia. 
Daniel, Daniel. ¿Que podria decirles del hijo de puta de Daniel? Era un tipo grandote, de espaldas anchas, mas alto que yo. Era parte del equipo de futbol. Iba siempre afeitado o era lampiño, quien sabe. Llevaba el pelo corto. Daba siempre una desagradable impresion de estar recien bañado. Apestaba a olor a colonia. Era rosado, saludable, siempre sonriente. Un bebe enorme que usaba camisas almidonadas y cantaba en el coro eclesiastico.  Lo que mas me molestaba es que era un buen tipo. Ayudaba a todo el mundo y, ¿lo dije? siempre estaba de buen humor. Incluso a mi me habia dado una mano mas de una vez en alguna materia. Y es que aunque no era especialmente inteligente (de hecho, ahora comprendia, siempre lo habia considerado un estupido, un lelo) si era muy dedicado. 
Bueno, resultaba que ese lelo me habia robado a la chica mas linda del mundo. A una chica que queria y que todavia quiero como un loco, como un estupido, que despues de todo es lo que soy. Porque para no ver venir una cosa asi, siempre lo dije, hay que ser un estupido, hay que ser un verdadero imbecil. Le gustaba Daniel. Me lo habia repetido a mi mismo, en esas semanas, como un disco rayado o como un autista. La frase me daba vueltas en la cabeza, me hacia un ruido, un ruidito a pieza suelta. Me faltaba un tornillo. Ese tornillo suelto se llamaba "me gusta Daniel" y andaba dando vueltas dentro de mi sistema. No podia sacarlo. 
Mientras caminaba deprimido hacia la biblioteca (yo tambien estudiaria un poco, como Daniel, la puta que lo pario) descubria que por algun perverso mecanismo psicologico, el odio que deberia haber sentido hacia Luciana por lo que consideraba una traicion -nos habiamos burlado de Daniel en varias ocasiones y ahora no podia evitar pensar que en esos momentos ya sentia cosas por el, y que entonces tambien se burlaba de mi, como seguramente se burlarian ahora, entre beso y beso, detras del deposito de pelotas- se transformaba en odio hacia Daniel. Entonces no era tanto que yo la habia perdido o que ella me habia dejado como que el me la habia robado. Entre a la biblioteca convencido de eso ultimo.
Me la habia robado y tenia que devolvermela. O mas bien, tenia que recuperarla. Tendria que haber un modo, una forma de justicia que me restituyera lo que era mio. Porque, ¿acaso no habiamos jurado que siempre iba a ser mia, y yo de ella? ¿no nos habiamos prometido, medio borrachos es cierto, pero prometido al fin? ¿como pudo ella zafarse de aquellas promesas? ¿como logro asi, de un dia para el otro, olvidarse de mis ojos y de mi cara? Porque, de esto estaba seguro, ella no sufria. No habia sufrido nunca. Antes de salir conmigo habia salido con un tal Esteban, de una clase superior. Varias veces durante nuestra relacion la habia sondeado en busqueda de algun resto de melancolia, pero nunca lo habia encontrado. Tampoco lo habia visto en nuestra ultima conversacion. Yo ya estaba muerto para ella. Cuando me dejo, solo me estaba notificando. Muerto, muerto, muerto. ¿desde cuando? ¿como? Las preguntas me asaltaban, en forma de muecas grotesas, de obscenas risotadas, una tras otra, mientras caminaba entre las viejas estanterias, intentando salir de la vista de cualquiera, escondiéndome mas de mi mismo que de otros, buscando refugio en alguna historieta o novela corta para leer, pensando por cuanto tiempo mas seguire sintiendome asi, muerto. Fue en ese momento, mientras pasaba los dedos por los lomos sucios de las revistas, que surgio en mi un inmenso odio y un feroz deseo de venganza. Contra Luciana primero, contra mi mismo despues (ambos contrarrestados, uno por el amor que todavia sentia por ella, el otro por el amor propio que jamas dejaria de sentir por mi mismo) y finalmente, como algo que va cayendo en una materia espesa hasta que se asienta en el fondo, contra Daniel. Lo odie intensamente, sin limites, con una ferocidad tal que llegue a sentir asco, verdadera nausea que se tradujo en fuertes retorcijones de estomago. Desee con toda mi alma que mi odio lo alcanzase en alguna forma, de alguna manera vaga pero certera y, lo mas importante, letal. Siempre letal. Daniel me habia robado a Luciana; Me habia quitado lo mejor en el mejor momento de mi vida; Su estupida cara de bebe y sus camisas sosas me habian depositado en el infierno, y ahora, si existia alguna justicia en este mundo, entonces existiria tambien algun mecanismo - legal o ilegal, lo mismo daba - por el cual se me restituyera - porque no era venganza, era justicia - mi estado anterior. Y mi estado anterior, la felicidad de las semanas anteriores, que por perdida quizas exageraba pero que de todos modos se me representaba como inmensa e infinita, era algo que solo podria volver a sentir con Luciana a mi lado. Sentia esta necesidad de retribucion con tal rabia que casi pude llegar a conocer el ansiado mecanismo. Pero luego esa sensacion se acabo de repente y solo quedo la rabia y la frustracion. Ahora entendia a las personas que realizan brujerias o macumbas. Lamente, quizas por primera vez, no ser una persona religiosa o siquiera con tendencia a lo sobrenatural. Un dios castigados al que pudiera rezarle me hubiera venido a las mil maravillas.
Pero no habia nada que hacer. Luciana no volveria conmigo. La conocia lo suficiente como para saber que no serviria de nada arrastrarse. Ella era de ese tipo de personas que son como los pozos o estanques. Tranquila, silenciosa, pero completamente inflexible. Tampoco ganaria nada haciendole la vida imposible a Daniel o dandole la paliza que mi cuerpo me pedia darle. De hecho, lo mas seguro era que fuese yo quien se llevase la paliza. Como ya dije, Daniel era un tipo fornido que jamas buscaba pelea con nadie. Vamos, un monaguillo del carajo. Buscarle pelea era colocarse automaticamente en el lugar de hijo de puta o de despechado (era ambas cosas) y tambien, sobre todo, lograr que la indiferencia en la que Luciana me mantenia se convirtiese en un odio solidamente justificado. No. De ninguna manera me interesaba convertirlo en Martir. Lo que menos queria era darle oportunidad para humillarme. Es decir, otra mas. 
Estuve pensando estas cosas y recorriendo la biblioteca como un automata durante un tiempo indeterminado. No queria pensar en el edificio del complejo deportivo. No queria pensar en el deposito de pelotas y en las colchonetas que - yo bien lo sabia - se apilaban en uno de los costados. Las habiamos visto, Luciana y yo, cada vez que habiamos ido a magrearnos en la oscuridad polvorienta del deposito. Los habiamos visto como una posibilidad, como una tentacion. Tambien como un horizonte al que algun dia (eso pensaba yo) llegariamos. Todavia no, me habia dicho ella cuando yo se lo propuse. Todavia no. Lo habia repetido la vez siguiente. Luego decidi no insinuarselo una tercera vez. Quizas fue tonto de mi parte. Ahora estoy seguro de que si lo fue. El demonio que me dominaba desde el abandono me susurraba al oido que Daniel lograria con ella en su primera visita al deposito lo que yo no habia logrado en meses enteros. Seguramente ahora yacerian juntos, semidesnudos, ella fumando y el con cara de imbecil (pero de un imbecil feliz y satisfecho) y entonces ella tal vez le diria (casi con seguridad) que ya habia estado ahi con su novio anterior. Llegue a un paroxismo de frustracion al imaginarme la escena y sin que mediase pensamiento alguno le propine un puñetazo a uno de los estantes. El estante temblo ligeramente y varios libros y pilas de revistas se fueron directamente al piso. Mire a mi alrededor para ver si alguien me habia visto, pero al parecer la bilbioteca estaba mas desierta que de costumbre. Mire los libros tirados en el suelo. Daban la impresion de ser alguna especie de ruina simbolica. La ruina del conocimiento, la ruina de la ilustracion, la ruina de la civilizacion occidental. Pense en la gente que habia pasado semanas o meses escribiendolos. Sufriendo o gozando mientras las paginas se iban llenando. Todo para terminar formando una pila de papel encuadernado que luego pasaria el resto de su existencia en oscuros sotanos o, peor aun, en librerias de escuelas secundarias, donde nadie nunca jamas leia. 
Volvi a sentir los retorcijones de estomago. Necesitaba comer algo. Necesitaba emborracharme y sobre todo necesitaba ir a cagar. Volvi a mirar la pila y decidi, siguiendo mi vieja costumbre, llevarme algo al baño para leer. Elegi del monton de revistas un viejo numero de Nippur Magum. Me gustaba el olor a viejo de esas historietas, y tambien la coloracion de las tapas, y como la nitidez del blanco y el negro se mantenia a pesar de las decadas. No era un lector asiduo de historietas (ni de nada) pero habia leido algunos numeros de Nippur de Lagash o de Dago que habia encontrado en la misma biblioteca. Camine por el pasillo que me sacaba de la biblioteca y me meti en el primer baño que encontre. Apenas me sente en la taza comence a sentirme verdaderamente deprimido. El odio no habia desaparecido, pero comenzo a ser eclipsado por la creciente sensacion de ser una nulidad absoluta. Pasaba las paginas para adelante y para atras, sin intentar siquiera entender la historia y apenas mirando los oniricos paisajes mesopotamicos o las grandes murallas de Lagash. Comence a pasar las hojas una atras de otra, intentando saltearme la historia entera para ver directamente el final del numero. Las paginas se me resbalaron y me encontre de repente con el apartado final que casi siempre se usaba para publicidad y anuncios. Me llamo poderosamente la atencion uno en particular. Ocupaba casi toda la pagina. Estaba impreso en letras negras sobre un fondo furiosamente amarillo que no se habia descolorado. 

¿CANSADO DE ALGUNA SITUACION? ¿ALGO TE MOLESTA? ¿ALGUIEN TE HACE LA VIDA IMPOSIBLE? SI TE PASA ALGO DE TODO ESTO Y NO ENCONTRAS RESPUESTA LLAMA AL NUMERO QUE FIGURA DEBAJO A LAS 2:34 DE LA MAÑANA  - 2:34 - ¡ACORDATE, NI UN MINUTO MAS, NI UN MINUTO MENOS, TENES UN MINUTO PARA LLAMAR! Y CONTALE TU PROBLEMA A LA SEÑORITA VENGANZA. ELLA SABE ESCUCHAR Y SIEMPRE ENCUENTRA SOLUCIONES.

PD: ¡LA SEÑORITA ATIENDE TODOS LOS DIAS DE LA SEMANA!

Abajo del anuncio habia un numero de telefono y los costes (en australes y pesos) del minuto. Era, al parecer, una de esas rocambolescas lineas de servicios que tanto se habian puesto de moda en la edad oscura, es decir, en la edad anterior al internet. Se me ocurrio que bien podia ser alguna bizarra linea de ayuda psicologica o un muy sutil y bien disfrazado anuncio de servicios sexuales. Abajo del telefono y de los costos habia (siempre suelo leer la letra chica de lo que sea) una linea mas. Era una oracion en tipografia mucho mas chica. Entendi que, tal como pasa con cualquier letra chica o conjunto de terminos y condiciones, la reduccion de la tipografia apunta a evitar su facil lectura, ya sea pasando desapercibido o poniendo a prueba la paciencia del lector. La linea decia:

La señorita es eficiente y comprensiva, pero tambien muy sentimental. ¡no te olvides de llamarla para agradecerle su ayuda la noche siguiente!

Me costo un buen trabajo leer esta ultima linea, y casi tuve que adivinar algunas palabras porque, al contrario de lo que pasaba con el resto del anuncio (la tipografia era brillante y muy clara) las letras parecian desgastadas casi hasta su desaparicion. Tarde unos segundos en comprender que el anuncio parecia misteriosamente dirigido a mi, y en que los servicios de la señorita Venganza se ajustaban muy bien a mi situacion actual. Riendo para mis adentros arranque el anuncio y me lo guarde en el bolsillo. 

Luego el dia continuo mas o menos de la misma forma: compadeciendome de mi mismo, pensando en Luciana y odiando al imbecil de Daniel. Volvi a mi pieza y luego de bañarme y comer algo me puse a mirar television. Pero no estuve mucho tiempo distraido. Los tornillos que me habian sonado flojos todo el dia seguian flojos durante la noche. Y ahora se habia agregado un tornillo nuevo: el tornillo señorita Venganza. Saque el anuncio y lo volvi a leer una, dos y tres veces. Era fascinante. Decidi que, aunque el telefono seguramente ya no existia (parecia obedecer a la vieja morfologia, ya en desuso) haria el intento de llamar durante la madrugada. Tambien decidi que pasaria emborrachandome las cuatro o cinco horas que me separaban de la hora para llamar. Realice un viaje rapido al supermercado (teoricamente no podiamos salir del complejo pero la realidad es que lo haciamos constantemente), en donde me aprovisione de varias cervezas y de dos botellas de ron. Serian mis invitados de lujo. Volvi a mi pieza y procedi a embriagarme lenta pero sistematicamente. Mi depresion y mi rabia habian generado una buena cuota de ganas de autodestruirme. Si no hubiera sido porque no queria perderme de hacer el intento de llamar al telefono del anuncio, me hubiera desbarrancado directamente hacia la inconciencia. Pero en cambio me fui apuntalando: queria estar ebrio, si, pero lo suficiente como para poder hacer esa llamada. Despues ya tendria tiempo de excederme. El tiempo paso y cuando mire el reloj faltaban diez minutos para las 2:34. Saque mi celular, para ir controlando la hora, y espere. A las 2:33 marque el numero y apenas vi que la pantalla marcaba el 34 presione el boton de llamar. El iconito verde permanecio unos segundos en su intento de conexion y luego salio una voz, la computadora de movistar, que me informaba que el numero era inexistente. Volvi a intentar dos veces mas, obtuviendo el mismo resultado. Y bueno. Era previsible. Estuve a punto de reirme y de aceptar mi fracaso cuando se me ocurrio que, siendo el telefono antiguo, quizas respondiera solo a la linea local. Por suerte habia una linea fija en el hall central, el cual quedaba a varios metros de las piezas. Practicamente corri hasta el telefono y marque el numero. Todavia eran las dos y treintaicuatro. Tras marcar el ultimo digito, hubo un instante de silencio. Entonces contuve el aliento. ¡llamaba, estaba sonando el pulso de llamada! El pulso sono tres o cuatro veces y entonces alguien atendio. Escuche claramente como descolgaba el tuvo. Hasta ese momento no habia considerado, ni por un momento, la remota posibilidad de que me atendieran. Paso un segundo y del otro lado no se emitia sonido. Me parecio escuchar una respiracion muy tenue, como si mi interlocutor contuviese el aliento. Senti entonces que, fuese lo que fuese, aquello habia dejado de ser una broma para pasar a ser algo serio. Sabia que, dijiese lo que dijiese, tenia que pensarlo primero. La voz del otro lado parecio confirmar mis pensamientos con un leve carraspeo. Me vinieron a la cabeza varios fragmentos del anuncio, mezclados o cambiados: ¿tenes problemas?, ¿algun problema? ¿no encontras respuesta? ¿tu novia te dejo? ¿te dejo por un pelotudo, por un bebe crecido que canta en el coro? ¿seguis siendo virgen? ¿ te sentis patetico? ¿alguien te hace la vida imposible? - Escuche mentalmente todas las palabras como si alguien me las susurrara al oido - Luciana no te quiere, no te quiso nunca y nunca te va a querer. NUNCA. NUNCA. Jamas va a volver con vos mientras este Daniel. Ella lo quiere a el, esta enamorada de el como nunca lo estuvo de vos. No sos nada. Por eso jamas la tocaste. Por eso ahora se revuelca con el. Tu unica esperanza es que Daniel desaparezca, que salga del mapa. Si el no estuviera vos podrias... hallarias la forma de recuperarla, de hacer que todo sea como antes, igual que antes, mejor que antes, mucho mejor... ¿queres, queres, queres, queres? ¡¿QUERES?!
Por un segundo tuve una vision de Daniel, o de algo que parecia ser un muñeco suyo increiblemente realista. Estaba ahi, parado en el medio de la nada, y al segundo siguiente tambien, pero atravesado desde todas las direcciones posibles por agujas, por largas agujas de tejer; Como si fuese un alfiletero o un erizo. Fue solo un segundo, pero lo sufienciente como para ver como las agujas le salian por los dedos, por el ano, le hacian saltar las uñas y le reventaban los ojos como si fuesen granos llenos de pus. 
Y me di cuenta de que si, si lo queria. 
- Si - dije fuerte y claro por el tubo. Del otro lado solamente se escucho un largo suspiro, y luego nada. Solamente un tono que se repetia regularmente. Habian colgado. Colgue el tubo y me fui directamente a la cama. Ni siquiera termine la latita de cerveza que tenia en la mano. Recuerdo haber tenido un sueño horrible y fragmentado.

Al dia siguiente me levante con resaca, con el tiempo justo para bañarme y vestirme. Cruce el patio y note que ya todos habian entrado al salon. Entre, salude con desgano y ocupe mi lugar. Todavia no habia llegado el profesor. Al instante me di cuenta de que todos me miraban. Luciana no estaba en su banco. Daniel tampoco. Busque a alguien, al que sea, con la mirada, y me tope con Gianni, que me miraba de reojo al igual que esto.

- Eh Bruno, ¿que pasa? - le digo. Bruno se agacha y se acerca. Me mira como evaluandome. Inmediatamente comprendi que habia pasado algo. Algo serio.
- ¿y? - le digo.
- Lo mataron a Daniel - me dice. Me lo dice rapidamente, como si no quisiera que lo escuchen. Lo cual es completamente ridiculo. Si  todos me miran como me miran es porque ya lo saben. Tambien noto un dejo de risa o nerviosismo en su voz. Como si me estuviera contando un chiste o algo increible. Siento yo tambien ganas de reirme y entonces lo comprendo. Gianni no cae. Los demas no caen. Y yo tampoco lo hago. Es ridiculo. 
- ¿como mataron? - le pregunto, casi sin poder articular. Tengo que hacer grandes esfuerzos por no empezar a reirme a las carcajadas. 
- No se sabe quien... lo encontraron en su pieza... Estaba hecho mierda, Sebas. Completamente destrozado, como si lo hubiese agarrado una jauria de perros... ¿vos entendes?
- ¿Me estas jodiendo no, Brunito? - le pregunte, queriendo forzar una sonrisa. Pero no podia. Estaba serio. Y el tambien. No me contesto, pero volvio a sentarse en su asiento.
- Bruno, bruno - le susurro - ¿Y Luciana? 
- Ya se entero. No se si lo vio o no. Ya llamaron a los padres. Llamaron a los padres de todo el mundo. Ya debe estar la policia revisando todo.
Daniel muerto, pense. Muerto. Hecho mierda, segun las elocuentes palabras de Gianni. Hecho mierda, es decir, reducido a mierda, a polvo. ¿Perros? Pense que si le hubiese sugerido "agujas" hubiera dado una mejor descripcion. Recien entonces el impacto de todo lo ocurrido, la noche anterior y esa mañana, me golpeo de lleno con toda su fuerza. Inmediatamente me senti mareado. Apoye la cabeza en una mano y cerre los ojos. Estaba congelado, completamente aterrorizado. No podia ser coincidencia. Y tampoco podia ser lo otro, es decir, el horror de creer que algo, aquello que estaba del otro lado del telefono - pero aquello tenia nombre y hasta genero: era la señorita Venganza, atent y comprensiva - habia tomado mi recado y lo habia ejecutado (al parecer sin perder ni un segundo) al pie de la letra, e incluso agregando detalles de su propia cosecha. Daniel muerto, Daniel hecho mierda, Daniel descuartizado, Luciana libre, Luciana sola, Luciana triste y viviendo un infierno pero finalmente sola, disponible, nuevamente disponible y con la enorme necesidad de que alguien la consuele, de que alguien este ahi para ella, de que alguien, ¡vos! - yo por supuesto - llenase el vacio que - la mala suerte, esas cosas pasan, pobre Danielito era un buen chico je je je - le habia dejado la tragedia de Daniel. 
Esa mañana nos mantuvieron en el aula hasta pasada las tres de la tarde. Luego supimos de que en ese espacio la policia y hasta la cientifica habian revisado todos los cuartos, incluyendo el mio y el de luciana. Buscaban evidencias. Durante esa mañana me habia metido varias veces la mano en el bolsillo para tantar que el anuncio, arrugado, seguia en el bolsillo de mi pantalon. Poco a poco lo fui haciendo añicos hasta que quedo reducido a un montoncito de miga de papel. Ya me encargaria de tirar el pantalon al lavarropas. A la tarde me encontre con Luciana. Practicamente se arrojo a mis brazos. Estuvo llorando abrazandome un buen rato. Me hubiera gustado llorar con ella, para mostrarle que yo tambien sentia enormemente el horror y la injusticia de lo que le habia pasado a Daniel, pero estaba demasiado ocupado en volver a sentirla, en sentir el calor de sus pechos, el suave roce de su pelo, los musculos de la espalda... todo. La fui consolando como pude hasta que, por esa natural tendencia que, imagino, nos obliga a intentar salir del dolor por cualquier tobogan posible, termino besandome y yo a ella. Destrozada como estaba, no dudo en decirme que me necesitaba y que no la dejase sola en aquel trance. No sabia si realmente me necesitaba porque volvia a amarme o si me necesitaba como necesitaba una soga o un salvavidas, es decir, como yo la habia necesitado a ella durante toda la semana, para no morirme. De cualquier modo, me daba lo mismo. Volvi a besarla, intentando no dejar que el deseo ni el - ¡para que negarlo - perverso sentimiento de triunfo que me embargaba atravesase las barreras de mi cuerpo y le comunicase a Luciana algun indicio de la verdad. Y la verdad es que yo - o mas bien la señorita Venganza, la vieja y buena señorita Venganza por orden mia - habia matado a Daniel. Y lo habia hecho sin dejar rastros. Porque era obvio que la policia no habia encontrado ni encontraria nada. Quizas luego nos revisasen a todos y hasta interrogasen a alguno. A Luciana seguramente, y quizas a mi tambien (porque un ex siempre es sospechoso) pero todo seria inutil. El anuncio tenia toda la razon: La señorita siempre encontraba la mejor solucion.

Cuando la deje a Luciana en su cuarto, ya estaba seguro haberla recuperado. Volvi a mi pieza hecho una tromba y contento como un circo. Ahora podia, ¡ahora si!, dedicarme a beber como dios manda. Comence a reirme a carcajadas. Era increible lo rapido que podian cambiar las cosas en solo unas horas. Ayer a esta hora estaba tomando para borrarme y ahora tomaba como un rey, para festejar. Senti algo de pena por no poder retribuirle a la señorita por su esplendido trabajo. No es que estuviese feliz por la carniceria tanto como que no terminaba de creerme todo aquello. A Daniel lo habian hecho papilla, y yo habia llamado la noche anterior a un numero en el que... ¡vamos! ¿que tenia que ver? Claramente era una coincidencia monstruosa, digna de alguna historia de ficcion, pero nada mas. De algun modo se habia hecho justicia y habia actuado aquel mecanismo que yo no encontraba mientras paseaba por la biblioteca. Mientras pensaba esto las latitas iban cayendo una detras de otra. Cuando se acabaron pase al ron. 
Si, una coincidencia. ¿que tenia yo que ver? nada. ¿Señorita Venganza? Puras estupideces, je je je. Lo importante es que Luciana y los ojos de Luciana y la risa de Luciana habian vuelto conmigo, y que de vuelta todo serian tardes de andar de la mano, escapadas al rio o, ahora si, al colchon del deposito, volverian los sueños universitarios y el proyecto de irnos juntos de vacaciones. Todo era Luciana, Luciana y mas Luciana. Si... mañana... o dentro de un rato... ¿que hora es?... iria a su pieza y cogeriamos, cogeriamos como nunca y se escucharia en las piezas de al lado y... ya no queda mas ron pero van a temblar las piezas, Si señor, si señora, Si señorita, y mas que nada Señorita muchas gracias por sus servicios, ja ja ja, han sido inesmitab... inme... inestimables y.. quizas hasta nos suspendan del ruido que vamos a hacer. Podria... podria ir ahora mismo a la pieza de Lu si no fuera tan tarde porque, ¿que hora es? Quise entonces sacar el celular pero, ebrio como estaba, se me cayo al suelo. Al intentar agacharme senti que todo se fue de foco. Me habia caido yo tambien. 
Riendome y murmurando chanzas, toque el boton para ver la hora. Eran las 2:32. Tuve entonces una sensacion extraña y urgente, como la que tenemos cuando no queremos olvidarnos nada en un viaje importante o, mas precisamente, como cuando sentimos que hemos perdido algo en algun sitio sin recordar que es o donde lo dejamos. Era una alerta. Se me habia escapado algo o, mejor dicho, algo se me estaba escapando ahi mismo. Volvi  a pensar en la policia y en el recorte del anuncio. No habia dejado pruebas, eso era seguro, entonces que carajo podria... e inmediatamente recorde que

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¡no te olvides de llamarla para agradecerle su ayuda la noche siguiente!¡no te olvides de llamarla para agradecerle su ayuda la noche siguiente!- ¡imbecil! - grite horrorizado, fuera de mi. Me puse el pantalon y, con el telefono en la mano, corri por el pasillo. ¡llamarla, habia que llamarla para agradecerle! ¡para agradecerle! ¡habia que agradecerle! Horrorizado vi que ya eran las 2:34. Pero habia llegado. Doble el pasillo y busque el mostrador donde estaba el telefono. Crei estar soñando cuando vi que estaba ocupado. Habia alguien, un chico al parecer, que estaba hablando.  Corri hacia el y lo sacudi del hombro. Fuese quien fuese me iba a dar el telefono. El chico me giro y yo di un grito al tiempo que caia hacia atras, de culo, al piso. Ante mi tenia la cara lampiña, redonda, asquerosamente de bebe recien nacido, de Daniel. Sonreia mientras me miraba. Subitamente comprendi. Hablaba con la señorita Venganza. 




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