31 oct 2012

De la narrativa como Speculum Vitae


La narrativa. Un mensaje, un contexto, unos mensajeros (personajes), una trama que es como los neutrones, pura masa aglutinadora, sin carga, un elemento conductor. ¿Partiendo de donde? De una experiencia personal. Mejor dicho: De una experiencia de lo personal. Para hacer narrativa no tomamos una experiencia personal sino un aspecto de tal o cual, una repeticion en varias, o sencillamente una percepcion particular de algun momento dado. Por ejemplo, unas cortinas o unas sabanas azules. Un viento que entra, y toda una maza azul y volatil llenando el aire: Suficiente para un cuento. Una relacion corta y accidentada con una mujer digna del psiquiatra: Suficiente para una libro postulable a obra maestra.
La buena Narrativa: un mensajero que es a su vez el mensaje: No hay mensaje, no hay vehiculo, no hay trama ni armazon como cosas que permitan una inyeccion semantica concebida a priori, no hay "guion" ni "trama". Hay, claro, una experiencia de lo personal, pero su traspocision se hace de la forma menos estructurada posible, pues se comprende que la misma subjetividad no goza de una estructura ordenada. Se intenta salvar a la vida de la literatura, o realizar un texto lo mas vivo posible, una especie de animal caotico, lleno de lineas que apuntan directamente a lo vívido.
Una sabana azul, por ejemplo. Una mujer enredada en ella. La oscuridad y una mujer como una araña en el centro de su tela azul. Escenario solo posible en una noche oscura o en una tarde tan eterna como mirar las cosas a traves de vidrios amarillentos y como tierra volando en una llanura campestre. Y ahi la experiencia de lo personal, por ejemplo el encantamiento erotico que comienza con las palabras, trepa desde esos sonidos hasta los ojos (hay que tener cuidado con los ojos, por que la literatura acecha a la vuelta de cada impulso electrico del nervio simpatico, y si uno se descuida un par de ojos se convierten en Edgar Allan Poe o en Goethe con una rapidez aterradora) y de los ojos llegan al silencio, puente predilecto para los hombros, el cuello, la boca y entonces ya uno pasa a ser o la mosca o la araña, o algo con patas y manos dentro de un oceano azul, una tarde de esas eternas o una fria noche de invierno (la literatura sugiere aqui un escenario dovstoieskiano, por ejemplo un departamento del barrio de once).
La experiencia de lo erotico, culimnada en la experiencia de lo sexual, junto con su reverso, la experiencia de la muerte y la finitud, son nucleo de toda la buena literatura.
Luego un personaje, la araña, sencillamente una mujer. Requisitos: un par de ojos, una sonrisa en algun momento del dialogo, el erotismo bajo cualquiera de sus formas. Mis preferencias: La ironia y el humor. Nietzsche se equivocaba: La orgia es realmente la expresion de la alegria y no la necesidad de ella. Lo que sucedia era que en un ser tan sufriente y carente de afecto como lo era Nietzsche, el sexo solo podia ser un recurso para la alegria, y no su expresion o su resultado. Lo erotico era para el tal vez un balsamo, tal vez una transpolacion, pero nunca un estado sentido como normal, como un estado de poder diario.
Entonces, por un lado esa hermosa araña, tal vez cinica, preferentemente nihilista, una figura de Boticelli, o algo extraño como un pajaro naranja y bizco. Por el otro lado, o uno del mismo cepo o un narrador en primera persona, psicologicamente inviolable o perfecto espejo para la imaginacion constructiva del lector, o el autor mismo del mismo modo.
Lo demas es como una marea de un azul oscuro que fluye, toda una fragancia densa y algo como una sinfonia de puros errores (una pierna desnuda que cruza otra, la postura terrible o hermosa de un mechon de pelo, las perfecciones o imperfecciones de las rectas y las curvas, ect) que dan en su conjunto un sentido aburdo, y como tal, pleno, perturbadoramente cercano a lo real. En el torbellino, ya no hay lo que se quiere decir y quien lo dice, ni una trama-modo de decirlo. Se da una simetria con la vida, en donde no hay en realidad un sujeto y lo que ese sujeto hace, sino que el sujeto es su accion, su hacer. No hay el que hace y eso que quiere hacer, sino que eso que se quiere hacer y que se hace, es todo lo que el sujeto es en ese momento en que esta haciendo eso que es. El texto es asi tambien, inseparablemente, su propio mensaje, su contenido inseparablemente de su forma, la forma da el contenido y el contenido marca la forma en un mismo proceso, separable solo teoricamente. Presenta la extraña unidad de lo informe, la extraña continuidad de lo que no es continuo pero que tampoco tiene pretension ni necesidad de estarlo, presenta la nauseabunda falta de sentido de la vida que, como el placer, nos alegra con su existencia a la vez que nos destruye con su naturaleza finita, con su naturaleza teleologicamente mortal, orientada a terminar. Nos hace dudar del sentido de su prolongacion, del sentido de la accion, del sentido del texto y del de la vida.
La vida, Un mensaje, un contexto, unos mensajeros (nosotros), una trama que es como los neutrones, pura masa aglutinadora, sin carga, un elemento conductor...

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